A propósito de canciones que inspiran amar o a propósito de nada.

Quiero un amor a lo Lonely Avenue, pero con la versión de The Brian Setzer Orchestra, las otras me suenan a nostalgia y ésta invita a soñar. Quiero enamorarme como cuando ignoraba tanta putrefacción y soñaba. Cerraba los ojos e imaginaba unos labios alrededor de los míos. Caminar por la calle una noche, con la lluvia como único testigo. Darme besos sin pensar si durará toda la vida o tan solo mientras despierto.

Alguna vez me reuní con uno de esos amores a los que les debo tantas alegrías y me dijo que me admiraba porque yo no había dejado de creer. Cuatro años después me descubro ateo de todo, hasta de mí y no estaría mal volver al lugar de partida. Arriesgarse a hacerse daño, a apasionarse con un cuerpo como sólo yo pude haberlo hecho antes. Pero ya estoy grande y cuesta desmantelar tanto vicio.

Estoy pensando de más y es culpa del tiempo libre, tengo tanto de sobra que ya me estorba. A veces hasta busco pelear con el silencio para que al menos se vuelva incómodo y no tranquilizante. Cómo odio la pasividad, cómo detesto que no pase nada, cómo me odio cuando me descubro impaciente. Quisiera dormir y despertar en el momento justo donde tenga tantas ocupaciones que no pueda ni atender una llamada, pero no pasa nada ni siquiera el tiempo.

No quiero pensar que viajé hasta la Argentina a estar conmigo y resolverme. Ya no tengo vida para eso. Ya no me queda tiempo, tengo los cuarenta años a la vuelta de la esquina esperándome con achaques y revisiones médicas. Pies, manos, rodillas y hasta codos están ávidos de movimiento, pero con lo único que se encuentran es con la quietud. De ocho días sólo hay catarsis dos y ¿el resto?

Acabando de sentir a la gran ciudad con toda su magnitud nocturna iluminar mi ventada pienso que es momento de moverme, creo que traje conmigo hasta mi zona de confort y de ella es de lo que huyo. Debe ser el vino que me pone “meloso” y con ganas de abrazar y eso de abrazarse a una botella ya lo hice muchas veces y detesto ser repetitivo. ¿Piaf? Está castigada, enferma y entretenida con su nuevo hueso. Méndiga negra, ya volverá a mis brazos a ayudarme a ser feliz y a dejarme cuidarle la tos.

Qué rareza querer enamorarse a cada rato.

Si he de enamorarme que sea pronto, el amor propio me está calcinando.

Comentarios

Yami dijo…
Escribís increíble... Sigo leyendo hacia atrás.

Entradas más populares de este blog

A una lectora prontamente NO ausente.

Me dio.

De cómo me rescató Marcel. (Versión breve).