Entradas

Cita a ciegas

A: ¿Ha tenido usted ideas suicidas? B: Todos las tenemos, no se sienta especial. A: Nunca dije eso, sólo preguntaba. ¿Por qué está tan a la defensiva? B: Porque estoy harto de la anormalidad, todo me resulta incómodo. Levantarme cada día se ha vuelto una pesadilla. Abrir los ojos, mirar al techo, pretender que no pasa nada mientras allá afuera la rutina se los come vivos. A: No comprendo. Dice usted que está harto de la anormalidad, pero se queja de no vivir en la rutina de los otros. Se contradice, apreciado. B: Puede ser. Ya no sé ni quién soy, pero ya no quiero seguir siéndolo. A: Entonces sí ha tenido ideas suicidas. B: Sí, aunque soy muy cobarde para eso, pero pretendo ser valiente para seguir viviendo. A: ¿Que lo detiene? B: Pe, Em, Te y To y la responsabilidad que siento por ellos. A: Duda usted. B: No podría. He escuchado historias de personas que ven morir a sus hijos y sólo logran darles paz al despedirse de ellos. Este es un caso contrario. No podría. (Pausa) ¿Por

Breve reflexión sobre la soledad.

Imagen
¿Por qué es negativa la primera imagen al momento en que la SOLEDAD se nos presenta? ¿A qué nos enseñaron a tenerle miedo? Crecimos bajo el yugo de la necesidad de compañía. Nadie nos aclaró, desde el principio, que la verdadera necesidad era estar un poco solos. Un poco mucho, un poco siempre. Estar solo es aprender de uno mismo, es volver a uno. No hay placer más grande que la tranquilidad que da la soledad, pero sobre todo cuando esta no cuesta, cuando esta no hiere.  Al principio, duele. Se vuelve enemiga sin siquiera conocerla. ¡Cuánto pavor le tenemos! Pareciera que se le teme más a estar solo que a la muerte. Pasa el tiempo, el que todo lo cura, y nos permite entender que nadie está donde no es querido, nos enseña que no hay lugar más cómodo que ése donde no se está rodeado de nadie. La gente va y viene. Nos abandonan, nos dan por omitidos. Pero nosotros también, muchas veces sin quererlo, somos quienes damos pasos al costado y seguimos sin los otros. A veces es u

Sobre la resistencia o de lo constructivo del amar

Mira qué trofeo el que te llevaste Ese mismo por el que viniste a mí Mira que pesa y tiene eco Mira que eso no se hace. Qué mente macabra planea Una y otra vez Hacer que el otro se extienda en confesiones Para convertirlas en premio. Qué habilidad para convertir lo bello en boñiga Qué destreza tu cobardía Cuan fatal es la impulsividad Que te convertirá en víctima. Llévate el trofeo Yo me quedo con lo mío Que no es más que haber dicho todo Llévate lo tuyo Podrás entregarme hasta mi última prenda No la necesito Podrás alejarte sin miedo Que el demonio del recuerdo seguirá tus pasos. No hay nada más barato Que aprovecharse de la vulnerabilidad Para salir airoso Llévate tus cosas, yo me quedo. Hay acciones que tienen trascendencia Y esa misma tuya se hará presente Más temprano que tarde  Con solo respirar, llegaré a tu mente. Se aprende a querer ser Se crece queriendo hacer Saber que es lo que no se quiere Para co

Vomitivo.

Imagen
Quiero matarlos a todos y que sólo quede la última parte de cada uno, esa misma que suspiró antes de decidir no volverse a enamorar. Quiero que todos mueran por ser cobardes, por vencerse antes el miedo del desamor. Que se acabe el mundo, que no existan más humanos incapaces de amar por sobre todas las cosas. Los odio a uno por uno, los detesto en sus máximas presentaciones de rebeldía. No necesitamos que nos habiten esos corazones rotos y pueriles que se resignaron a no volver a querer. Tanto lugar común habitado por tanta gente inútil que escogió no sufrir cuando al sufrir es cuando más evolucionamos. El amor no duele, estúpidos, lo que duele es el desamor; bien que disfrutan cuando alguien les prueba mediante una puta llamada que no están solos. Putas, putos, cobardes, son todos como puertas de salidas fáciles que permanecen siempre abiertas cuando lo único que quieren, en el fondo, es cerrarse para dejar adentro a ese único otro que sí puede corresponderles por una semana,

A tu amor yo me aferro.

Imagen
Necesito ir a cine Necesito hacer Tai Chi Necesito bailar frente a un espejo y bajo un conglomerado de bits Necesito escribir mi vida de nuevo Necesito seguir planeando el viejito que voy a ser y hacer de mí Necesito un abrazo con todo el cuerpo Necesito reír Necesito paz, salud, dinero, un techo Necesito tantas y tantas cosas que cuando me alejo de mis necesidades y las examino, me convenzo que lo único que necesito es de ti. Cuando vuelvas, vida mía, haré de mis necesidades banales las más minimas pertenencias y acostados el uno al lado del otro, nos reiremos del mundo y sus rutinas. Cuando vuelvas, hermosa, podré seguir amándote y amándome por sobre todas las cosas. Cuando vuelvas, amor, habré ganado la gran batalla y seguiré en la guerra más airoso que nunca. Cuando vuelvas, negra, habré logrado derrotar mis enemigos: el miedo y la impaciencia. Espérame.

A una lectora prontamente NO ausente.

Imagen
Estuve leyendo cartas, viendo fotos de amores pasados, recordando momentos. Estuve dando un vistazo a mi pasado y me descubrí tan otro, tan distinto a lo que hoy soy. Me reconocí en ese tipo al que las ilusiones lo sobre poblaban, yo era ese que salió de su país con la firme intención de probar cosas distintas, de conocer otras caras, de alejarse de toda comodidad, de olvidar desamores acumulados. Yo le pedí esto al universo, sin saberlo, y aquí estoy: implorando que termine o mejor gritándole que ya aprendí, ya conocí, ya sé. Estoy cansado de que me pasen las malas cosas que uno siempre pensó que nunca le iban a pasar. Y aunque parezcan una queja, estas letras lo único que intentan es convertirse en clamor. No quiero volver atrás, estoy seguro de ser más humano hoy. No hay momento más sincero para el ser humano que cuanto el dolor lo acompaña; es entonces cuando la percepción del mundo cambia y con solo recordar una palabra, se activa la melancolía. No tengo otra manera para

De cómo me rescató Marcel. (Versión breve).

Imagen
Llovía, no era el mejor día para pegar carteles de Piaf. Yo sentía la necesidad de ir mil y una veces al Parque Centenario porque en esos momentos de ansiedad toda idea que aparezca se convierte en presentimiento. Alguien nos había dicho que habían visto a Piaf rondar por ese lugar y allí estuvimos por décimo tercera vez. Desde que se extravió Piaf voy por las calles silbando como le silbaba a ella en la montaña, porque estoy seguro que en algún momento reaccionará, rasgará la puerta de donde esté o vendrá corriendo hacia mí desde cualquier calle. Ese día, el 30 de noviembre de 2014, planeábamos darle la vuelta entera al Parque Centenario, poner carteles en todos los postes, en cada Canil, al lado de todos los tachos de basura, nada podría interrumpir la brigada. Nada, excepto él. Ya dentro del parque, vi cruzar un/a perro/a negro/a, caminaba lento, buscando comida en el piso o simplemente olfateando el lugar. Juraría que era la primera vez que estaba allí. Silbé. De lejos se vi