Rezagos de un algo no elocuente.
No quiero escribir, dice el corazón. Y esta alma mía no cree en la frivolidad, que cada vez se comporta repulsiva con mi recibimiento. Ya mi mente se cansa de disfrazarse en impresionismos. Mis manos se quejan abiertamente de ya no escribir para ojos alternos. No hay. Ódiame yo mismo, ódiame como sólo yo mismo puedo hacerlo. Y clamo al cielo perdón, pero las nubes no responden. Hoy no llovió. El cielo lloró a la par de mis ojos. Sin encontrar razón alguna sólo puedo tratar de hilar palabras y componer una musiquita. He vuelto a la tienda, pedí cigarrillos. La mujer que vende me ha mirado sorprendida como si supiera que algo pasa. ¿Tanto se me notará esta ausencia que entre vaivenes me despoja de mí mismo? No te quiero matar SUEÑO, matarte más veces de las que ya lo he hecho sin contar que tienes más vidas que un gato. Y aunque libre soy de cualquier sentimiento lo que duele es no ser prisionero. La soledad invade mi cama, ya ni me acobija. No tengo el valor para preguntarle por qué