Doce meses.
No creas que no te recuerdo. Te tengo presente cada vez que respiro y no respiro. No creas que no te pienso. Si te extraño cada vez que escucho a una persona reír. No creas que no te siento. Cierro los ojos y te percibo a mi lado, tan leal. No creas que no te extraño. Si cada vez que pasa una abuela caminando pienso en que tú caminabas bailando. Te escribo, abuela, porque ya he hablado mucho contigo y quiero comunicarme de otra manera, digamos, más cercana al lenguaje que me enseñaste. Como has visto, ando recorriendo lugares conocidos, otros inhóspitos, otros que aunque presentes en los mapas del país se quedan sólo en la memoria de sus antepasados. Es un encuentro que me he propuesto, un reencuentro al que he sido obligado, pero agradecido quedo de tanta cosa descubierta en mí. Lo más feo de estar lejos de casa es no saber qué pasa a cada instante con Piaf, tú hubieras cambiado tu visión sobre los acompañantes de cuatro patas y la consentirías mucho. Mi mamá ya l