Estuve leyendo cartas, viendo fotos de amores pasados, recordando momentos. Estuve dando un vistazo a mi pasado y me descubrí tan otro, tan distinto a lo que hoy soy. Me reconocí en ese tipo al que las ilusiones lo sobre poblaban, yo era ese que salió de su país con la firme intención de probar cosas distintas, de conocer otras caras, de alejarse de toda comodidad, de olvidar desamores acumulados. Yo le pedí esto al universo, sin saberlo, y aquí estoy: implorando que termine o mejor gritándole que ya aprendí, ya conocí, ya sé. Estoy cansado de que me pasen las malas cosas que uno siempre pensó que nunca le iban a pasar. Y aunque parezcan una queja, estas letras lo único que intentan es convertirse en clamor. No quiero volver atrás, estoy seguro de ser más humano hoy. No hay momento más sincero para el ser humano que cuanto el dolor lo acompaña; es entonces cuando la percepción del mundo cambia y con solo recordar una palabra, se activa la melancolía. No tengo otra manera para...
Amor y Alambre de Espinos, 1944. Robert Doisneau Hace 29 años y 364 días, mi madre sudaba, reía, pero siempre pensaba en que pronto llegaría el momento de dar a luz a su primer (y desafortunadamente) hijo hombre. Han pasado más cosas que años por este cuerpo. Un cuerpo resentido aún hasta por el mismo daño que las propias uñas causan en la parte media. Decir que he aprendido tanto sería hacer alarde de la bienvenida a los poemas baratos que detesto con alma cuerpo y corazón. Y aunque es la verdad, no estoy frente a mi computadora para eso. Estoy frente a una puerta inmensamente alta, de fina y detallada madera, con cerrojos de oro y plata. Grabados fuertes y delicados que permiten ver lo rústico y bien logrado del artista que la diseñó, sólo para mí. Hoy a las 12 como segundo quinceañero abriré ese gran portal. Basta de mirar hacia atrás, basta de recordar lo que no está, basta de inhibirme por lo que causó daño, basta de azotarme por el daño que causé, ba...
Llovía, no era el mejor día para pegar carteles de Piaf. Yo sentía la necesidad de ir mil y una veces al Parque Centenario porque en esos momentos de ansiedad toda idea que aparezca se convierte en presentimiento. Alguien nos había dicho que habían visto a Piaf rondar por ese lugar y allí estuvimos por décimo tercera vez. Desde que se extravió Piaf voy por las calles silbando como le silbaba a ella en la montaña, porque estoy seguro que en algún momento reaccionará, rasgará la puerta de donde esté o vendrá corriendo hacia mí desde cualquier calle. Ese día, el 30 de noviembre de 2014, planeábamos darle la vuelta entera al Parque Centenario, poner carteles en todos los postes, en cada Canil, al lado de todos los tachos de basura, nada podría interrumpir la brigada. Nada, excepto él. Ya dentro del parque, vi cruzar un/a perro/a negro/a, caminaba lento, buscando comida en el piso o simplemente olfateando el lugar. Juraría que era la primera vez que estaba allí. Silbé. De lejos se vi...
Comentarios