Beautiful Tango.



Necesito que llegue el afán de la semana, necesito ocupar mis sentidos en otra cosa que no sea su cuerpo, su presencia.

Si usted supiera, querida hermosa figura, cuánto tiempo ha pasado para que este cuerpo mío regurgite tanta desazón. Hoy, aquí y ahora, mientras afuera todos duermen, yo me encuentro con su recuerdo aún latente, con su voz como eco de mi casa, de mi cama.

Me urge escribir, no temo a hacerlo y mucho menos temo a responsabilizarme por cada centímetro de su cuerpo que sea tocado por mis manos. Me alienta, me revive de tanta inercia emocional que ya de antes ocupaba mi cuerpo. Se preocupará usted por el afán de mi sentir, sonreirá usted el día que lea esto, rasguñará mis ropas la noche en que, como en estas, me desea. No soy más que un ser que aprendiendo a ser humano crece y decrece. Y llega usted, con los brazos abiertos y en pie, con ninguna otra manera de proponerme felicidad mutua que a través de un beso. En estas líneas entrecortadas no tengo otro interés que el de dejar de callar y hacerle saber que lo que me alimenta no es el Cuscús maravilloso que prepara, sino el sentarme a comerlo a su lado.

Arriesgado quedo, ya salté al vacío, ya eché a andar y retroceder ya no es una opción. No porque no quiera, sino porque usted ya me tiene entre sus brazos y de ahí no me pienso mover a menos que sea para cambiar de posición en su cama.

Que venga el pesar, que venga la penumbra, que venga la desgracia que a los dos lo único que nos queda grande son las ropas tres tallas más que a la que pertenecemos.

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