El Fugitvo.
"Voy a saltar hacia allá, hacia donde señalan mis piernas".
¿Quién me roba su amor? ¿Quién pretende enseñarle a su
lengua otro tipo de idioma que no sea el de mis besos? Su amor no hace parte de
mis hábitos porque simplemente fue imposible vivir de él más de veinte días.
He hecho tantos juramentos sobre su cuerpo como suspiros
cuando recuerdo el roce de sus dedos. Me permito creer que estoy impulsado por
su recuerdo, porque si no amo no vivo. Estas letras estúpidas y rasgadas no
buscan aludirle, son simple escape de la noche. La noche, queridos ojos
lectores, no es más que el momento en que los recuerdos se aprovechan de uno y
lo descuartizan sin mayor resquicio.
Si regresa, no me bese. No intente siquiera pronunciar mi
nombre porque le sé a veneno, pero el perjudicado siempre seré yo. Tengo ganas
de una trompeta silenciosa, de uno de esos sonidos que aletargan la espera, de
un respiro que incluya movimiento pélvico, de un “usted y yo”. Tengo ganas de
dejar de ser y parecer.
Salto entre líneas porque ni yo mismo sé para quién escribo,
supongo que se trata de eso amores imaginarios que me gusta hospedar en mi
mente, en mi estómago pueril. Cobarde soy y, aunque disfrace mi cuerpo de
colores que no corresponden, sigo en mi firme acto de valentía de aceptar mi
cobardía hasta que la muerte venga y me deje, porque no me escogerá. Hasta para
eso seré la segunda opción.
He besado tantas bocas que voy perdiendo el sabor a miseria
que usted me dejó. Pero ¿y el recuerdo, cómo lo mato, con qué arma disparo? Usted
se me aparece entre sombras, entre poemas que (gracias al cielo y a mi madre
que evitó mi perdición) no sé escribir.
Silencio abrupto. Silencio acusador. Silencio incómodo.
¡Vuelva! Olvidé dispararle y asegurarme de dar en el blanco
de sus dientes.
La muerte y la noche son más fieles que nuestros dos
corazones latiendo al lado de otros a los cuales no les pertenecen. No es mi
intención hacerme entender, nunca ha sido mi sueño hacer parte de su
entendimiento. Si me entiende le aburro, si le aburro seré el diablo de su
entendimiento. ¿Me entiende o me dejará pasar inadvertido? Prefiero la segunda
opción, la misma a la que, en su vida, pertenezco.
Relájese, no todo es oscuro. Hay tanta luz en mis días que necesito volver a hacerme el triste para saber si estoy vivo o simplemente duermo. Y estoy más vivo, más joven y más mío que nunca.
Descanse usted, mientras yo me permito escribir para mí,
para alguien, para nadie.
“¡Basura!”, dirán los expertos y yo les apoyaré con una
ovación de pie.
Sí, volví a escribir y no por usted, por mí.
Sí, volví a escribir y no por usted, por mí.
Comentarios