A unos ojos lectores no existentes.



Soy de carne y hueso y es este cuerpo el que desea ser roído por sus dientes, los mismos que mastican con violencia cuando de comer con hambre se trata, ésos mismos que posan extravagantes en cada sonrisa fingida.

Estamos invirtiendo el tiempo en esta distancia que no nos generará ningún tipo de ganancia. Quiero, me atrevo a decirle, estar más cerca de usted que lo que su pijama lo hace cada noche. Oír cómo respira y cómo deja de respirar cuando acerque mi mano a su cintura.
Algún día, amor, nos haremos días en las noches y seremos no más que dos cuerpos danzando en la cama, en la cocina, en la sala, en la vida.

¿A qué se debe la tardanza? ¿Qué más debo desaprender? ¿Cuántos labios más tienen que pasar desapercibidos por los míos? ¿Cuándo llegue, me responderá tanta inquietud?
Es el grito de mi cama que clama por sentir sus kilos, con todo y el cansancio de la labor realizada. Es la astucia de mi cuerpo que se arriesga a ser apartada por el tímido gemido que provoque su cercanía.

Basta ya, tenemos las mismas heridas y lo mejor es curarlas con la sangre del otro. Eso, amor, es la existencia.

Acá estoy, esperando a leer y crear cuentos. A que nos contemos historias que se hicieron realidad en nuestras imaginaciones, geografías en nuestros cuerpos.
Me viera usted, sentado, imaginando cómo entrará usted por la puerta de mi casa, disponiéndose a bailar conmigo entre copas y músicas que ningún otro mortal haya disfrutado.
Ansío ser quien le presente a Sarah Kane y el causante de su enamoramiento perdido, pérfido y necesario. No seamos más que una novela negra, una figura literaria, una ley rota por el impulso del instante. Seamos día y noche, poesía patética, vida ajena, olor pétreo, seamos dos en uno solo.
Estoy hecho del tiempo, soy de carne y más de hueso. Resisto, me consta y mientras usted se tarda en llegar a este cuerpo, seguiré resistiendo con cada uno de mis órganos vitales.

Estoy hecho y deshecho, al mismo tiempo, en el mismo compás, dentro del mismo cuerpo.

Comentarios

Armando dijo…
Tengo dos formas de leerlo. Una a través de 140 caracteres que son latigazos creativos durante el día. Allí lo disfruto y me divierto. No sabe cuánto me divierto (aunque he sentido también el cansancio y el temor de volverlo predecible). La otra, es a través de esta blog que se me reveló como un regalo maravilloso. Aquí los caracteres dejan de importar y es otra danza de la escritura -¿más intimista?- que me permite descubrir entre líneas a un man "de carne y más de hueso".

Me sumo a su idea de resistencia. Es vital que resista y puje con cada uno de sus órganos vitales. Al final uno no está tan solo y somos muchos haciendo lo mismo.

Gracias por esta nueva entrada, que saboreo en esta madrugada de martes, en un pequeño descanso, en el que me topé con tu blog.

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