Q.E.P.D el Yo Amante
Luz
Claridad
Plexo solar
Hay un lugar que no había explorado en todo este tiempo: El lugar de la aceptación. Se suele tener la duda, y más en un ser como este que no sabe si el “Sí” ocasionará un “No” y esta bendita maña de querer ir un paso más adelante. Siempre con el beneficio de la duda, siempre esperando y cruzando los dedos para que eso que este imagina sea más positivo que lo que alcanzó a dibujar en su imaginación.
El hecho de abrigarse por él mismo le ha permitido reconocerse frente al reflejo del viejo espejo. Había estado aferrado a la idea de la vida inexistente que en supuestos existiría en algún lugar de la tierra. Había desgastado su espera. Había contado menos tiempo del que había pasado. Este, había querido seguir dándole de comer a la idea absurda que nunca vivió.
Escribamos por primera vez un texto organizado, que mantenga la organicidad de lo asimétrico, pero que guarde las pautas de la ley.
(Tres segundos más tarde)
¿Y por qué sacrificar el impulso de mi mente por lo estructurado de la tradición?
Declaro firmemente que “Este” del párrafo anterior soy yo y me represento más solitario que nunca. No porque no tenga la compañía. Es que ya no quiero. Y es de esa aceptación de la que hablo No quiero seguir royendo la idea que maltrata mi mente. La ilusión es un cuento pintado, pero no material. Y ya no tengo edad mental ni sentimental para ilusionarme. Acepto, de manera pública que lo he intentado, pero algo sucede. Lanzo la granada de la no cercanía y estalla destruyéndolo todo.
Me descubro en una realidad adolescente. ¿Qué se atraviesa en mis neuronas? Y peor aún, ¿Quedan?
Átenme de brazos y tobillos si alguna vez me retracto de mis palabras. Átenme con fuerza desprevenida si mi boca vuelve a intentar perder la vida en palabras llenas de veneno. Ya no creo. Y tú, energía obscura, has ganado. Es este un final reñido y aunque con fuerzas llego a la meta, freno mi paso y decido entregarte la victoria.
Perderé mil veces la vida entre caos pagano y prefiero imaginarme en el tumulto que vivir con Cat Power al oído en espera de su llegada. Mi positivismo corazonista ha llegado a su fin y mi cuerpo yace en descarga porque dio hasta el dedo meñique en el duelo. Sí, vida común y barata, ya me demuestras lo equivocado que estaba al creer. Ya NO creo. A qué creer. A qué querer. ¿A quién querer? Y si lo hubiera, ¿Quiero querer? No.
Ya quise y con fuego desmesurado y quise 7 años seguidos. Entregué dos veces estos latidos míos que se acrecentaban con la mirada ajena. ¿Qué me invento ahora, que la tercera es la vencida? (cual frase popular). Prefiero no arriesgar más. Ya no tengo qué. Ya no duele nada porque ya no tengo cuerpo. Perdí la batalla. No daré otra, entrego la victoria de la guerra y me uno al pueblo rastrero.
No se vio jamás a alguien que pudiera más que como yo lo hacía. (En lentitud inteligente saca de su bolsillo el arma, que minutos más tarde será instrumento para acabar con su Yo Amante)
Madre cuida de ti, que ya no necesito cuidado alguno, ya conozco el dolor.
Hay un festejo por estas letras, en este velorio se danzará el alma y se tomará el mundo. Se caminara en seguridad, porque no hay vendas ahora que cubran los ojos pétreos.
“Pero él no escucha, porque está ciego
y no siente porque le amputaron el olfato.
Sólo saborea la soledad!”
Nota: Este texto ha sido impulsado por la visión adolescente y maravillosa de Laura Donado a quien agradezco su inocencia.
Comentarios
pero adivina... no lo hare.
será más placentero decirte... te lo dije! como tu me lo dijiste!
y seré victoriosa!
no creo en esta muerte...