Sobre el daño que aún me causas..

Hoy, aun me dueles…
Me dueles no sólo en el alma sino en el recuerdo.
Aquellos nuestros distanciamientos no tardaban más de un día y hoy no me explico cómo teniéndote presente no soy capaz de tocarte, no quiero, no me siento.
No a todos los hombres nos llega el momento de decir NO, muchos nos vemos supeditados a los consejos de quienes rodean esta y otra vida, haciendo caso omiso… como cualquier adolescente. Debo confesar que perdí más de un amigo por la idea de mantenerte en mi vida, presente, conmigo, cerca, dentro.

Si bien muchas veces te odié otras me sentía tan atraído a ti, a tu olor, a tus formas… me atrevería a asegurar que ningún mortal puede resistirse a ti… hace poco alguien susurrándome al oído dijo: “quizá es la idea de cualquier enamorado: sólo ve a su amante como lo único en el mundo”.

Con tono de enamorado de principios del siglo XX y con lágrimas en los ojos quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí, por el descanso al verte luego del almuerzo ¿recuerdas?, por tu compañía fiel en una noche de copas, porque simpatizaste con cada una de mis amigas y eso es tarea ardua. Ahora que lo pienso lo he dicho de mil maneras, lo he escrito con mil palabras, pero nunca me he dirigido a ti de una manera tan clara y precisa, mucho menos he publicado un escrito en un lugar donde sé que uno que otro fisgoneará. Pero estoy dispuesto a gritarlo al mundo entero, muchos ya lo saben y tengo por qué ocultarlo ahora… ya no.
Quizá a mis palabras las alimente lo ocurrido en los días pasados, pero es que no puedo evitar trastornarme el pensamiento pensando en todo lo que entregué y dejé por ti. ¿Qué pudiste darme tú? ¿Con qué me dejas?
Son años vividos o sufridos juntos, años que quizá para ti no significan más que experiencia ajena… son momentos y recuerdos que vienen a mi mente de manera fugaz e ininteligible… como cuando de conocí, aún era tan pequeño de corazón…

Anda, anda ahora por el mundo diciendo y pavoneándote, presionando mi abandono… ya no importa, ya mi imagen sin ti, aunque te duela en lo más profundo del ego, será otra. Ya no seré más Juan Tarquino el que depende de ti… que no puede sostener una conversación sin ni siquiera hablar de ti por medio de la más mínima frase… ahora soy libre, ahora podré respirar otros aires, lejos de ti…

Tranquilo, no hay resentimiento… sólo recuerdo. Cosas que no debiste escuchar.
No te preocupes, puedes irte con otra persona y dañar sus pulmones, porque tú, Cigarrillo, y yo, Juan Tarquino, jamás nos volveremos a encontrar… y en tu lugar la menta será quien toque mis labios.

Hasta nunca, amado Montana no hace falta que envíes a tu amigo Belmont… mucho menos al tarado de Kool, sabes bien que nunca me simpatizó...

Comentarios

Anónimo dijo…
tan marica, me asusto. muy bueno...

Entradas más populares de este blog

A una lectora prontamente NO ausente.

Me dio.

De cómo me rescató Marcel. (Versión breve).